En los últimos tiempos, la tecnología ha avanzado a pasos agigantados, y con ella, la forma en que abordamos la educación. Como profesor del postgrado en el magíster de Marketing Estratégico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, he sido testigo en primera persona -primero desde lo remoto; luego con el boom de la IA- el cómo las herramientas tecnológicas, como ChatGPT, han transformado la manera en que los estudiantes abordan sus tareas y proyectos.
Sin embargo, como bien señala Sinead Bovell en su reciente video de TikTok, no se trata solo de encontrar trucos para evitar las trampas de los alumnos. Se trata de elevar la vara. De preguntarnos: ¿qué tiene que aportar el humano en el análisis?
Al igual que ya no es un tema usar calculadora para los exámenes de matemáticas, tampoco debería serlo usar inteligencia artificial. Pero siempre y cuando ese uso vaya acompañado de una capa de inteligencia humana que mejore y eleve nuestras habilidades. Más que "hacer trampa"... levantarnos. Actualizarnos. Evolucionar.
No soy de los profesores que piden trabajos extensos que consuman las horas de los alumnos con sus familias. Creo firmemente que herramientas como ChatGPT, al liberarnos de tareas repetitivas o tediosas, nos abren la puerta a ser más estratégicos y menos tácticos. Nos permiten sacar
la cabeza del agua y respirar ese aire fresco que nos trae la tecnología.
Es hora de levantar la cabeza y permitir que la humanidad se desarrolle, piense y discierna con la ayuda de herramientas que, hace apenas cuatro años, eran impensables. La educación del futuro no se trata solo de tecnología, sino de cómo el ser humano puede aprovecharla para crecer y evolucionar.
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