
Ozzy y Carlos: la mentira de la segmentación demográfica
Murió Ozzy Osbourne.
Y lo primero que se me vino a la cabeza no fue un disco, ni una entrevista, ni siquiera el murciélago. Fue un meme.
Ese que lo comparaba con el rey Carlos III. Dos hombres, nacidos el mismo año, en el mismo país, con castillo propio, ricos, famosos, casados dos veces. Demográficamente, mellizos.
Según cualquier estudio de segmentación, pertenecen al mismo público objetivo.
Según cualquier persona con dos dedos de frente… no.
Y ahí está la trampa.
La eterna tentación de hacer marketing desde una planilla de Excel, donde todo calza, pero nada conecta. Donde Ozzy y Carlos reciben el mismo mensaje porque comparten casilla en un formulario.
Y esa frase que ya parece cliché, pero sigue siendo brutalmente cierta:
Content is King. Context is Kong.
Hacer marketing sin contexto es hablar solo
Nos encanta el dato duro. El dato que entra bonito en un informe.
Pero se nos olvida que lo importante no es el dato. Es lo que haces con él.
Porque si me vas a decir que Carlos y Ozzy son el mismo “tipo de persona”, entonces estamos jodidos.
Ozzy era una criatura de la noche, del caos, de la distorsión. Carlos es una institución, literal.
Si tu marca le habla igual a los dos, es que no le está hablando a ninguno.
El Push contra el Pull (y el sinsentido de gritar en 2025)
Hablamos de esto en el capítulo 81 del podcast: el viejo modelo de gritar para vender versus el nuevo modelo de atraer para conectar.
El Push fue útil en una época en la que no había más opción.
Hoy, con datos, tecnología e interactividad, no solo es poco elegante: es poco efectivo.
Y sin embargo, ahí está.
El llamado automatizado que me recuerda, por tercer día consecutivo, que tengo una cuenta corriente aprobada.
El correo sin nombre que me ofrece un servicio que nunca pedí.
El WhatsApp de la peluquería canina que me manda promociones como si tuviera un criadero en el patio. O, lo que comentaba en el penúltimo capitulo del podcast de esta temporada, Uber Eats que me manda promociones del tipo "te extrañamos", cuando en mi zona no hay nada. Nada. De Uber Eats. No es que no quiera comprarte. No puedo.
O sea: tienen mis datos. Pero no tienen idea de quién soy.
Amigo date cuenta: El contexto no es opcional
No es lo mismo ofrecerme un trago a las 9 AM que un jueves a las 10 de la noche.
No es lo mismo un mensaje en el feed que un mensaje en mi bandeja de entrada.
No es lo mismo sorprender que interrumpir.
Y por eso insisto: el problema no es el canal. Es el cómo.
No es la tecnología. Es la sociología.
No es el medio. Es la empatía.
Si no tienes nada relevante que decir en el momento adecuado, mejor no digas nada.
Gritar no es malo. Pero gritar a ciegas, sí. Y quedas como loquito.
Hay marcas que están en una etapa en la que todavía necesitan gritar. Porque nadie las conoce. Porque no tienen base de datos. Porque no existen en la cabeza de la gente. Y está bien.
Hasta por ahi.
Porque si vas a interrumpir, que sea con algo que valga la pena.
Y si me vas a hacer parar lo que estoy haciendo, más te vale que no sea para repetirme algo que ya ignoré dos veces.
Y lo más importante: si ya crucé el umbral y compré una vez, si ya te di información, si ya te abrí la puerta… entonces la conversación cambia. O debería cambiar.
Ya no sirve la misma promo para todos. Ya no es válido el mismo mensaje en cadena.
Porque ahora sí sabes algo de mí.
Y si sabiendo quién soy, me sigues tratando como a cualquiera, te vuelves irrelevante.
O peor: molesto.
Murió Ozzy.
Y con él, una generación que gritaba, sí, pero sabía cuándo, por qué y a quién.
Una generación que entendía que el volumen no sirve si el mensaje no tiene lugar.
El marketing de hoy necesita menos fórmulas y más contexto.
Menos segmentación por edad y más segmentación por estado mental.
Menos push y más empatía.
Porque si vas a invitar a Ozzy y a Carlos a la misma fiesta, al menos preocúpate de que la música no los haga irse a los cinco minutos. A los dos.